Disciplina... Es la corrección a tiempo que se da al hijo que se ama, nuestro Padre Celestial también lo hace con nosotros, nos purifica, nos exhorta y corrige para alejarnos del pecado. La disciplina es buena, nos evita males mayores, nos enfoca en lo eterno, nos ayuda a ser más sensibles a la voz de Dios y nos libra del estancamiento en cualquier área de la vida porque forja en nosotros un espíritu dócil, corregible, paciente y humilde que acepta el buen consejo y busca la sabiduría día a día para evitar sufrimientos innecesarios.
Disciplina... Dios nos exhorta, nos ayuda madurar, a ser mejores
personas, a ser menos impulsivos y más reflexivos, a vivir a imagen y semejanza
de su hijo Jesucristo. Lo cierto es que aprendemos a hacer grandes renuncias sobre lo que demanda nuestra
carne a través de las emociones y de los sentimientos, adquirimos dominio
propio y prudencia y esto nos hace personas
más felices, porque el gozo del Señor es nuestra fortaleza. Si somos obedientes
iremos de victoria en victoria y de gloria en gloria con la ayuda del
Señor y de acuerdo a su plan para nuestras vidas.